lunes, 17 de septiembre de 2012

Los secretos ocultos de Disneyland


A simple vista Disneyland (en California) es un parque temático, como cualquier otro… pero tras sus castillos, norias y globos de helio se esconde un misterioso mundo de gatos salvajes, ilusiones ópticas y famosos con licencia para beber martinis.
 
Cócteles a puerta cerrada: En Disneyland no se bebe alcohol… a menos que tu nombre esté en la lista del Club 33. La discreta entrada del lounge está justo al lado del restaurante Blue Bayou en el New Orleans Square, tiene una limitada membresía (sólo 487) y una lista de espera de aproximadamente 14 años. Walt Disney diseñó el club como un espacio exclusivo para entretener a los posibles inversionistas, y desde entonces el Club 33 —con su elegante comedor y una bodega de vinos de primera— ha recibido a presidentes, estrellas de cine, dignatarios extranjeros, y ricos y afortunados invitados. Se dice que Robert Kennedy cenó aquí el 3 de junio de 1968, tres días antes de ser asesinado.

Del libro a la vida real: Todo el staff del parque (desde el portero hasta la mesera) está capacitado para seguir un código específico de etiqueta y no romper la magia de Disney. ¿Por ejemplo? Si llevan un traje de un personaje de Fantasyland, no pueden poner un pie en Tomorrowland, para no confundir a los visitantes o alterar el orden del parque. Al dar direcciones, deben indicar con dos dedos o con la palma de la mano abierta, y nunca con el dedo índice. También deben conservar el mismo ideal de frescura y perfección de los personajes de los libros: no se permiten uñas largas, ni cabello con colores demasiado artificiales. Cuando el parque abrió sus puertas ni siquiera a los visitantes se les permitía entrar con barba.
Vigilantes salvajes: Para mantener las instalaciones libres de plagas, cada noche —después de la hora de cierre, claro— se sueltan 200 felinos para ayudar a tener bajo control a los roedores. Corre el rumor de que esta tradición de "emplear custodios salvajes" se remonta a 1957, cuando renovaron el Castillo de la Bella Durmiente y se descubrió una colonia de más de 100 gatos callejeros.

Mickeys subliminales: El ícono más famoso de Disney (las orejas de Mickey Mouse) está en todas partes. A veces los símbolos sutiles son difíciles de detectar porque están camuflados en la arquitectura, el paisaje, y en pequeños detalles de estilo (como los brazos de estos bancos). No se sabe con exactitud cuántos existen.
De lejos parece y de cerca no es: La arquitectura del parque tiene "perspectiva forzada", para crear ilusiones ópticas que forman estructuras que lucen más grandes o pequeñas de lo que realmente son. El Castillo de la Bella Durmiente, por ejemplo, se ve mucho más alto que los 77 pies que realmente mide, y eso lo logran los ladrillos y otros elementos arquitectónicos que van creciendo progresivamente.
La casa de Walt Disney sigue encendida: A principio de los 50, cuando arrancó la construcción del parque, Walt no quería perderse ni un detalle de la realización de su sueño, por eso se mandó a construir un apartamento en los altos del cuerpo de bomberos en la calle principal. Decorado por uno de los escenógrafos de Disneyland, el apartamento todavía conserva la ducha con múltiples cabezales para calmar una antigua lesión de Walt en la cervical. Cuando la luz en la ventana estaba encendida, los trabajadores sabían que el dueño del parque estaba en casa. Hoy en día la lámpara siempre permanece encendida en honor al creador del más famoso mundo de fantasía.